«Ninguna violencia en la crianza es justificable»

Por: Dr. Germán Darío Martín Aimar

Fiscal para delitos Juveniles del Ministerio Público Fiscal, Poder Judicial de Neuquén

Integrante de la Red de Jueces y Juezas comprometidos con la infancia, de UNICEF Argentina y participa de la Campaña #GuardavidasDeLaInfancia

Seis de cada diez niños, niñas y adolescentes son criados con prácticas violentas que incluyen gritos, humillaciones, amenazas y castigos físicos. Esta triste y cruel estadística surge de los datos relevados por la encuesta  MICS de Unicef (2019/2020) esta tendencia se mantiene en el último U-report sobre 1500 adolescentes en el año 2022 realizadas en nuestro país por la agencia internacional.

Somos una comunidad que tenemos muy arraigada la idea de que el castigo corrige, esta idea concretizada  en la niñez es totalmente cruel, contraproducente, violenta, traumática que afecta el desarrollo psicoemocional y físico de los niños y niñas.  

Según Unicef, algunas consecuencias físicas, psicológicas y sociales más frecuentes del castigo físico y del maltrato psicológico son:

  • Baja autoestima: A menudo pueden experimentar sentimientos de inferioridad e inutilidad. También pueden mostrarse tímidos y miedosos o, por el contrario, hiperactivos buscando llamar la atención de los demás.
  • Sentimientos de soledad y abandono: Pueden sentirse aislados, abandonados y poco queridos.
  • Exclusión del diálogo y la reflexión: La violencia bloquea y dificulta la capacidad para encontrar modos alternativos de resolver conflictos de forma pacífica y dialogada.
  • Generación de más violencia: Aprenden que la violencia es un modelo válido para resolver los problemas y pueden reproducirlo.
  • Ansiedad, angustia, depresión: Pueden experimentar miedo y ansiedad, desencadenados por la presencia de un adulto que se muestre agresivo o autoritario. Algunos desarrollan lentamente sentimientos de angustia, depresión y comportamientos autodestructivos como la automutilación.
  • Trastornos en la identidad: Pueden tener una mala imagen de sí mismos, creer que son malos y por eso sus padres los castigan físicamente. A veces, como modo de defenderse, desarrollan la creencia de que son fuertes y todopoderosos, capaces de vencer a sus padres y a otros adultos.

Tenemos que ser educadores, cuidadores, tener  proactividad en cuidar a los chicos y chicas, dar cobijo y escucha, prevenir y estar atento a la potencialidad de los peligros y generar espacios de educación de paz  y tolerancia.

Ninguna violencia en la crianza es justificable.

Publicado en Niñez, Adolescencia y Familia, Notas de opinión.